Mostrando entradas con la etiqueta Cultura taurina. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Cultura taurina. Mostrar todas las entradas

27 agosto 2015

LA LIDIA (BREVE HISTORIA DE UN CONCEPTO) Jorge V. Sáez

La definición de lidiar, del latín, litigāre, batallar, pelear con el toro incitándolo y esquivando sus acometidas hasta darle muerte. La lidia es el conjunto de acciones y suertes que se realizan con los toros en el ruedo de una plaza de toros, según unas normas regladas y ordenadas, desde que sale éste por el chiquero hasta que se le da muerte a estoque por un matador. A excepción que si se consideran lidiados, los toros indultados en las plazas de toros, y los jugados en Portugal aunque no se les de muerte.

No obstante aunque no se puede considerar lidiado al toro ni en las capeas, ni en las tientas ni en los festejos populares. Por razón del estudio del origen de las palabras mediante investigación de su significado original, este vocablo pudo sufrir cambios en el transcurso del tiempo, lo que se denomina evolución diacrónica. Inicialmente el concepto lidiar era mucho más amplio e impreciso que el actual. Analizando las primeras disposiciones jurídicas sobre fiestas de toros, observamos que diferencian vagamente los distintos espectáculos limitándose a la práctica de una serie de juegos y suertes difícilmente definibles, se habla entonces tan sólo de correr, lidiar y matar toros, como tres acciones distintas. Los Fueros, Ordenanzas y Acuerdos municipales recogen esos mismos términos y otros como garrochar, acanyissar, capear o alançar, sin precisar en qué consistían. Así por ejemplo Las Partidas de Alfonso X el Sabio, reflejan que en aquella época había diversas maneras de lidiar toros, una, la que llevaba a cabo el pueblo corriéndolos, por probar su fuerza, sobre las muchas variantes que se podían ensayar, y junto a ella, cuando lo hacían por dinero, es decir de forma semiprofesional. Por tanto el concepto lidia en aquel entonces se usaba indistintamente al referirse a una u otra modalidad.

El espectáculo continúa su proceso de evolución desde las primitivas corridas populares. Se trataría de festejos mixtos, en los cuales intervenían tanto lidiadores de a pie, que ejecutarían diversas suertes y recortes que no implicaban la muerte del animal, como otros ejecutando una lidia que sí supondría la muerte del toro mediante lanzada. Aunque todavía no estaban fijadas las leyes de la lidia poco a poco se iban consolidado algunas prácticas, como la muerte del toro. Respecto a las suertes, como ya vimos, en su etapa inicial del siglo XIII al XVI, la suerte central fue la lanzada, forma de lidiar que se distanciaba de las primitivas suertes aplicadas en los juegos taurinos populares.

Frente al concepto lúdico tradicional de la lidia basado en la técnica del salto, del regate y del quiebro, y cuya finalidad no estaba determinada por la muerte del animal, ahora adquiere mayor relevancia una nueva concepción de la lidia en la cual el toro es considerado un enemigo que para ser dominado requiere una estrategia adecuada, y en la que su muerte se convierte en la suerte más lucida y meritoria. Se hacían necesarias, pues, nuevas preceptivas que compendiaran, regularizadas, las experiencias de los lidiadores más habilidosos. Para conseguir ese fin, se estudian las condiciones y características de los toros, el manejo de la capa, el concepto de cargar la suerte, de los terrenos, se describen las suertes y se explica el uso de un nuevo instrumento para la lidia que es la muleta. Ya no era, pues, la encarnizada lidia con un bruto irracional, sino que se iba convirtiendo en un espectáculo donde las reglas del arte permitían el lucimiento de los diestros y el disfrute de los espectadores.


En el siglo XVIII, al afianzarse el toreo de a pie como espectáculo en plaza, los nuevos protagonistas de la fiesta, gentes de clase popular, también quisieron plasmar por escrito su concepto de la lidia y las reglas del nuevo espectáculo. Siguiendo el ejemplo de las anteriores reglamentaciones, intentaron ofrecer un modelo unificado y ordenado de espectáculo. Así José Delgado Pepe Hillo, en el Alfabeto de las voces y expresiones de la Tauromaquia ya define la lidia de una manera más precisa anotando que en las plazas, es el acto de jugar los toros, sobre unas reglas que lo argumentan como arte y dejarlo en posición de recibir la muerte en lo que debía ser su último acto. Con lo que se intenta corregir y separar la voz de aquella otra acepción que quedaba tras la expresión de correr los toros en el enfrentamiento hecho por los matatoros o el pueblo.

Como vemos el sentido caracterizado de este término evoluciona, asumiendo diversos matices en su significación. Por lo menos hasta finales del siglo XIII, e incluso desde el siglo anterior, el concepto de lidia se apoyó en el del juego entendido este como entretenimiento y diversión.

Algunas opiniones de escritores taurinos más recientes, coinciden en que la lidia es el acto de jugar los toros en plaza (Sánchez Neira y Pepe-Hillo) o el conjunto de suertes que se practican con él desde que sale del toril hasta que se arrastra (Silva de Aramburu y Cossío). Marceliano Ortiz Blasco, en Iniciación al arte del toreo, es cierto que todo lo que se realiza con el toro fuera del redondel no se le considera lidia, se llama faena, brega, trabajo, tienta, juego, suelta, exhibición. Gómez Pin en El culto al toro, diferencia los actos de culto (corrida de toros) de los actos lúdicos (festejos populares). En la lidia impera el orden (reglamentación) del toreo individual. Y el desorden (improvisación) en el toreo colectivo de las capeas y festejos populares.


Ateniéndonos a las actuales Reglamentaciones tanto nacionales como Autonómicas y las reguladoras de los festejos populares, los distintos espectáculos taurinos claramente quedan diferenciados los de lidia ordinaria, respecto a los de suelta de toros para fomento y recreo de la afición al que no lo consideran lidia.

Otro aspecto de la lidia del toro en la plaza respecto a la suelta del toro en la calle lo tenemos al referirnos al comportamiento del toro, especificando si se ha lidiado bien o mal y cual ha sido el resultado de la lidia. En los festejos populares y capeas hemos de hablar de buen resultado, buena exhibición, buena suelta o buen juego, nunca de buena o mala lidia. El toro da buen, regular o mal juego, y se le hace una buena, regular o mala lidia. No es correcto expresar que tal o cual toro ha dado buena lidia, en cualquier caso la lidia la realizan los lidiadores no el toro.

Como conclusión, así el viejo concepto de lidiar, mucho más ambiguo que el moderno y así, aunque en un principio la lidia de toros adquirió la doble condición de jugar los toros por el pueblo, donde lidiar se asemejaba a correr al toro pudiendo ser con o sin muerte, pasa más adelante a amparar el hecho de la nueva práctica, llevada a cabo ya por los toreros profesionales, que lo hacían bajo unas normas perfectamente definidas que se fueron imponiendo y dónde indefectiblemente se da muerte al toro. 

18 julio 2015

SOBRE CÉRET 2015 (Víctor Pruñonosa)

Este año, he querido conocer la Feria de una localidad francesa. No es normal, es diferente, no es cotidiana. Tanto he leído y oído eso términos, que sin pensarlo dos veces allí me he presentado.

Y usando el inicio de las aventuras de Asterix. Todo el Planeta Taurino está ocupado por la monotonía, el monopuyazo, el monoencaste… ¿TODO? No. Aún queda una Asociación de Aficionados Ceretanos irreductibles, que apuestan por la verdad y la pureza.

Llegué con tiempo y poder conocer el lugar, sus gentes y gastronomía. Todo muy bueno, sobre todo el ambiente festivo en las calles y su gente. En las que el toro ya en camisetas, pañuelos, vasos, carteles… Siempre está presente. Y otra cosa que les sobra, la cordialidad y respeto que tienen aunque no hables su idioma.

En las tres corridas hubo de todo. Toros descastados, bruscos, mansos. Los de Dolores Aguirre. En los de Juan Luis Fraile, algunos bien presentados y algunos con opciones. Los Adolfos, con calidad, algún soso y otros con muy malas pulgas.




Las características de los toros, propiciaron que todos los toreros tuvieran que usar su enjundia, verdad, pureza y emoción. Aunque también hubo alguno que uso demasiado el pico de la muleta.



Y hasta aquí pueden leer y yo escribir el año que viene más.


PD: El tercio de varas es otra historia. Hasta el nombre del picador sale reseñado en la tablilla.


Fotos: @escribirytorear

10 abril 2015

LOS TOROS EN VALENCIA, AL AMPARO DE LA LEY DE PATRIMONIO... 13 AÑOS DESPUÉS (A. Mechó)

Hoy, 10 de abril de 2015, los festejos taurinos tradicionales de la Comunidad Valenciana ya son Bien de Interés Cultural Inmaterial. Por ley. De hecho, la norma que fue publicada en el Diario Oficial ayer, los reconoce junto a otras tradiciones como "señas de identidad del pueblo valenciano".

Gran noticia. Ahora habrá que ver que significa todo esto. Eso sí, llega un poco tarde. Por mucho que quieran aderezarlo esto debería haber sido noticia mucho antes. Supongo que no querrán ahora desde la Generalitat que les recordemos los años de hierro, como los del Sr. Ibáñez.

Lo que no pueden evitar es que, al socaire de la medalla que muchos querrán colocarse desde la Administración, autoproclamándose salvadores de los toros, recordemos aquí ahora un artículo que publicó el que suscribe allá por 2002. Ahí están las hemerotecas. Una prueba más, de que han hecho lo que han querido, como han querido y, sobre todo, cuando han querido. Se titulaba:

LOS TOROS AL AMPARO DE LA LEY DE PATRIMONIO (Revista Bous al Carrer, febrero 2002)

Todas las discusiones que se están planteando actualmente en torno a la próxima aprobación de un revisado y único Reglamento de Festejos Populares Taurinos en la Comunidad Valenciana, tuvieron su pulso y reflejo en la tertulia que tuvo lugar en Quartell el 22 de diciembre pasado, donde Alberto de Jesús, Jorge Casals y espontáneos aficionados, fueron los portavoces del pueblo frente a los altos cargos competentes directa o indirectamente en materia taurina (Interior, Administración Territorial, Diputación y Ayuntamientos). Recordaremos ahora este momento porque sin duda fue el propicio para que el escalafón gubernativo se expusiera frente al propio aficionado, y que éste, pudiera conocer, de primera mano, el estado de la cuestión y el futuro del -me atrevo ya a decir- casi indeleble nuevo reglamento. No cabe duda, que cualquiera de los ponentes, supieron dejar claras sus posturas haciendo alarde de esa retórica aplastante -como si de un filósofo clásico griego se tratara- que son capaces de desarrollar en actos oficiosos como el que allí presenciamos; pero, por otro lado, no es menos cierto también, que en este tipo de situaciones siempre podemos extraer moderadas conclusiones entresacadas de gestos, palabras y gazapos de cada uno de los que por allí discurren.

Posiblemente, de todos los invitados que intervinieron, vale la pena resaltar las palabras del profesor Miguel Ángel Guillén, coautor del libro Las fiestas populares y el Derecho. Este segorbino, asentó dos puntos y una meta a los que debe aspirar el festejo popular taurino: conseguir la auténtica seguridad de todo el que acude al festejo, conseguir la total protección e integridad de las reses, y a partir de aquí, base de cualquier avance, poder buscar apoyo administrativo de cualquier índole, sean ayudas, subvenciones, fomento o similares. La verdad, es que esta meta, el punto al que yo quería llegar aquí, es lo que anhela todo aficionado al festejo taurino popular: reconocimiento institucional y apoyo gubernativo. Se han abierto últimamente muchos frentes en busca de ese apoyo, de ese beneplácito, de ese fomento; la etiqueta de Interés Turístico está siendo la más ambicionada por muchos, la que todos esperan colgarse, el espaldarazo a su festejo. Lo que yo planteo a continuación es si esta es la mejor vía, o mejor aún, si hay ya otra abierta que no hemos sabido aprovechar.

El artículo quince de la Ley de Patrimonio Cultural Valenciano es el que estipula el contenido del Inventario Patrimonial, el patrimonio que debe ser incluido en él, al cual, se accede tras una serie de trámites iniciados bien por oficio o a instancia de cualquier persona, y que da derecho, una vez reconocido, a toda una serie de medidas de protección, fomento y difusión. En concreto, en el apartado donde se incluyen los bienes inmateriales del patrimonio etnológico, se especifica que estos constituyen todos «los conocimientos, técnicas, usos y actividades de la cultura tradicional», procediéndose, consecuentemente tras su inclusión, a ordenar en artículos posteriores «el estudio y la documentación con criterios científicos de la actividad o conocimiento de que se trate, incorporando los testimonios disponibles de los mismos a soportes materiales que garanticen su pervivencia». No solo eso, sino que además, entre otras cosas, debe difundirse ese conocimiento y actividad, lo que obliga a que se incluya en planes de estudios escolares. ¿Quién no querría que el fenómeno popular taurino, como bien inmaterial que es, estuviera reconocido en este Inventario?.

Muchos creerán, que lo complicado sería buscar la argumentación necesaria para que el festejo pudiera entrar en jurisdicción patrimonial, pues bien, recordemos primero que dicha ley no puede ir en perjuicio de la de Patrimonio Estatal, pero tampoco en perjuicio de ninguna otra ley. Por lo tanto, si la Ley Taurina de 1991, tanto en la "Exposición de motivos" como el artículo 4.1, afirma que este festejo es «tradición y vigencia cultural», el silogismo está más que claro según lo que hemos apuntado arriba extraído del artículo de bienes inmateriales etnológicos. El festejo popular taurino, por la definición que la Ley Taurina vigente le otorga y según lo dispuesto en la de Patrimonio territorial, tendría que estar ya, de oficio, directamente incluido dentro del apartado quinto (Bienes Inmateriales) del Inventario General de Patrimonio Cultural Valenciano, favoreciéndose, de todas las medidas a las que tiene derecho por ello.

06 marzo 2015

LA PRIMERA EN LA FRENTE (Víctor Pruñonosa)

No lo puedo evitar.

Periódico Mediterráneo, día 5 de marzo de 2015. Suplemento especial de las Fiestas de la Magdalena, con relación especial a la Feria Taurina.

Como todos sabemos se trata de unos artículos dedicados a la promoción, más que a la información de los carteles de la Feria.

Dejo en segundo lugar la información, ya que una vez leídos, hay dos que, menos informar, hacen de todo. Y tendrían que ser los mejor detallados, ya que se trata de los relacionados con los novilleros y con los actuantes en la clase práctica de la Escuela Taurina. Que aunque parezca mentira y muchos no lo quieran creer, ni tener en cuenta, ni pensar, algún día las figuras se retiraran; ellos son el futuro de la Tauromaquia.

Los novilleros con picadores, su antigüedad y lugar en los carteles se toma como referencia al día que debuta con picadores. Y no se llama alternativa.


Los novilleros sin picadores, su antigüedad y lugar en los carteles se toma como referencia al día que debuta ante el público. Y no se le llama alternativa.


Quien toma la alternativa ya es matador de toros. Estos seis chavales todavía no.

30 enero 2015

ES NECESARIA UNA MAYOR PARTICIPACIÓN DEL AFICIONADO (Jorge V. Sáez)

Cuando uno oye que se van a reunir tal con cual para decidir algún asunto taurino trascendente, siempre hay un invitado del que se olvidan, siempre el mismo ausente ¡El Aficionado! tanto la administración como los taurinos cometen el incesante error una y otra vez.

En plena crisis y bajo la amenaza de las prohibiciones, con un preocupante descenso de festejos taurinos y un aumento de la monotonía, me planteo hacer una comparación de dos espectáculos taurinos distintos: los festejos mayores y los populares. La mala salud de los primeros y la buena con la que gozan los otros, mientras unos van para abajo y están en caída libre, los otros en cambio lo hacen en sentido opuesto, para arriba. Ojo porque el dato más relevante ya no es sólo el número de festejos que se dan en uno y otro, si no la afluencia de espectadores: ¿nadie se ha parado a  pensar por qué?. Cuando analizas en profundidad este fenómeno, te das cuenta que aún estando arraigados ambos espectáculos y gozar de la estima de buena parte de aficionados, hay un matiz significativo. Detrás de los festejos populares hay todo un entramado de aficionados involucrados en su organización y mantenimiento, que son el sostén del espectáculo. Esta dedicación directa que le profesan, provoca un contacto y un acercamiento que no se da en los demás festejos mayores y modestamente en mi opinión, es la clave de su éxito. Son muchas las personas que declaran que las entradas son caras y que llegan a aburrirse en las corridas de toros, en cambio sí pagan y gustosamente cuando se trata de comprar un toro para venerar las fiestas de su pueblo. Recordar que el amor verdadero igual que la buena salud, surge en los momentos difíciles, ahí es donde se aprecia su verdadera dimensión.


Es necesaria una apuesta decidida por el futuro haciendo partícipes a los propios espectadores (asociaciones de abonados, federaciones, clubes, peñas, aficionados, etc.) Algo así como un menú a la carta en el que el empresario ofrezca su oferta al consumidor para que este elija el de su gusto. Los futuros reglamentos deben regular este marco, pues solo se nos menciona testimonialmente.

Muchos aficionados han manifestado su voluntad y disposición para trabajar y ofrecer su apoyo en este sentido. Hay que escuchar a los aficionados y tomar conciencia de que es necesario involucrarles. Se debe facultar de alguna manera para que los empresarios puedan confeccionar los carteles junto a los aficionados, tanto para elegir las ganaderías y los encastes, como el plantel de toreros.

Hay muchos asuntos que resolver sobre la mesa y mucho en juego como para que la administración y los propios taurinos miren hacia otro lado. Espero que tomen conciencia de que es necesario que en esta cabalgata vayamos todos de la mano y no cada uno por su cuenta.

Ya es hora del relevo.

29 enero 2015

¿RIPOLLÉS ES LA SORPRESA?

Hace unos días, hablando de la presentación de la Magdalena, apuntamos que Ramírez aseguró que el día de Ponce en los carteles, habría una sorpresa que hasta ese día nadie conocería. Pero parece ser que en FITUR no se la han podido callar:


¿Sorpresa ver 'ripolleses' por Castellón?.

En UTAC seguimos en las mismas: MENOS TRACAS, Y MÁS CARCASAS.

09 enero 2015

DEFIENDE LO NUESTRO: TORO, CULTURA Y TRADICIÓN

Manifestación en defensa de la Tauromaquia el próximo domingo 15 de febrero:

La cita será en la misma plaza de toros de Castellón, punto de partida de una manifestación que recorrerá las calles de la capital hasta llegar de nuevo al coso de la calle Pérez Galdós. Allí mismo, la jornada concluirá con la celebración de una exhibición de recortes a cargo de la Escuela Taurina de Recortadores de Castellón, un encierro infantil con regalos para los más pequeños y un sorteo para los asistentes de entradas para la Feria de la Magdalena, así como de tardes de vacas y toros embolados para las peñas y comisiones taurinas, y que los ganaderos ceden desinteresadamente.  

03 noviembre 2014

A PROPÓSITO DE UNA SEMANA CULTURAL TAURINA (II): QUE VIENE MUZA -Y ELECCIONES- (A. Mechó)

A los alumnos les da la risa cuando les explicas de dónde viene aquello de: «o te portas bien, o vendrá a por ti el moro Muza». Les parece curioso que de todo lo que supuso la caída de los visigodos hispánicos a manos de los musulmanes comandados por Tarik y Muza, haya quedado prácticamente solo eso. Ya se tronchan cuando –a sabiendas de cómo son los jóvenes de hoy a vueltas con todo- alguien les quiera hacer creer que la frase podía llegar a asustar a alguien.

Nuestros políticos en cambio siguen haciendo miedo con “el moro Muza”. «Si nosotros no ganamos las elecciones, vendrá fulanito y te quitará esto y lo de más allá». Ahora está de moda extender el mantra de que hay partidos que llevan en su programa electoral eliminar las corridas de toros, y el ejemplo de que eso puede pasar, está en Cataluña. Más demagogia no cabe. Los políticos están tan perdidos en sus delirios de grandeza y corruptelas, que ya no saben por dónde escaparse de cornada segura. Por eso hay que resucitar al moro Muza; por cierto, eminente corrupto en la época, condenado a muerte por apropiación indebida y prevaricación, posteriormente indultado, y finalmente asesinado.

También salió esto en la tertulia de Nules: ¡que vienen los antitaurinos con poder político!. Pues bien; pero esto no es Cataluña. Aquí, a pesar de los esfuerzos de los eméritos taurinos, todavía no se ha arrasado con toda la afición a los toros, cosa que sí ocurrió con nuestros vecinos norteños. La Fiesta allí ya estaba muerta, la afición enterrada, y los empresarios del mundillo a expensas de sus compensaciones monetarias vía Diari Oficial de la Generalitat de Catalunya. Así prohíbe cualquier cosa hasta el más tonto de mi pueblo. ¿Alguien se cree de verdad el mantra de que algún partido podría prohibir los toros en Madrid?; ¿o els bous al carrer en Valencia?. Aún hay gente que parece que no entendió aquello de que los toros es una fiesta «que viene de prole en prole / y ni el Gobierno la abole / ni habrá nadie que la abola»; y mira que la coplilla lleva ya un siglo rodando desde que la sentenció Ricardo de la Vega: si viene de prole en prole, no hay quien la abola… ni quien siquiera le tosa.

Pero las elecciones están a la vuelta de la esquina. Y tiene que notarse. Y como en España o funciona el miedo, o funciona el subsidio, pues por qué no un poco de cada. El primero queda explicado arriba, y el segundo viene ahora.

Tras la nefasta ordenación de los festejos taurinos populares valencianos a través de sus diferentes reglamentos –tres distintos, más un par de correcciones y modificaciones, en dieciséis años-, el actual consejero del ramo ha anunciado nuevo texto –cuatro habrán, por tanto, en dieciséis años-. Por lo menos parece ser –al menos de palabra- que por fin se va a rectificar una de las dos medidas más nefastas que han contenido las distintas normas desde 1998: no se pueden realizar festejos sin un informe de tradicionalidad que avale su celebración. Siguiendo un ejemplo de la primera parte de este artículo, esto sería equivalente a que si a alguien se le ocurriera en un pueblo hacer un campeonato de fútbol, su admisión administrativa dependiera sine qua non de que ya se hubiera hecho otro con anterioridad, y que además pudiera ser demostrado; si no, prohibido jugar a fútbol. Convendrán conmigo que quien exigiera semejante premisa, o se le llamaría cazurro de campeonato o, lo que es mucho peor, malintencionado abyecto.

La cuestión es que dicho anuncio de rectificación, en cambio, ha ido acompañado de declaraciones previas muy bien dirigidas pero que, de llevarse a la práctica, supondrían otro hachazo para el buen camino dels bous al carrer. Según declaró el nuevo conceller, Sr. Santamaría, la Generalitat estaría elaborando un convenio para abrir la primera línea de crédito destinada a la Federación de Peñas de Bous al Carrer de la Comunidad Valenciana, incluyéndola dentro de los presupuestos autonómicos para 2015. ¿De verdad queremos vivir al abrigo de papá?; ¿de verdad queremos sacrificar la poca independencia que nos queda?. Si no ha tenido la administración bastante allanado el camino el último decenio asegurándose beneplácitos dentro del sector, solo faltaba ahora eso. Pero claro, ¿qué es lo que quedará?; pues tal mantra: que el partido de la administración no solo está por la Fiesta sino que, además, lo demuestra. Con dinero todo se demuestra.

Pero, ¿es así?. Con cuatro charlas, dos buenas palabras y unos subsidios, ¿de verdad podemos creer que es así en el fondo?. Solo basta un caso para demostrar que no.

También en la tertulia de Nules salió a relucir la posible reactivación de la petición de declaración dels bous al carrer como BIC (Bien de Interés Cultural). El primer intento se inició a principios de 2010 a instancias del propio gobierno valenciano, y fue el consejero del momento, Serafín Castellanos, el que aseguró que la declaración sería una realidad a finales del año siguiente. Casualmente, por si alguien no lo recuerda, justo a mitad camino entre una cosa y otra, hubo elecciones municipales y autonómicas; y por si alguien tampoco lo recuerda, aquello quedó en nada.

Habrá quién salga de inmediato a espetar que quedó en nada por culpa de factores exógenos, no por falta de ganas y compromiso del gobierno valenciano; pero tampoco cuela. Recordemos también que para que la declaración fuera una realidad, y siguiendo la Ley de Patrimonio Valenciano, eran preceptivos al menos dos informes positivos de las instituciones culturales más representativas, que son las que deben avalar la declaración de cualquier bien cultural como de especial interés. Quien conoce un mínimo este procedimiento en la Comunidad Valenciana sabe que esto es el abc, sabe por dónde hay que pasar, y sabe por dónde no se va a poder pasar. ¿Desconocía el gobierno antes de iniciar los trámites lo que iba a salir del Consell Valencià de Cultura, la Academia de San Carlos, la Universitat de València o la Universidad Católica?. Fue todo una auténtica pantomima; utilizando una expresión muy taurina: fue un evidente brindis al sol.

Podremos discutir sobre los estultos argumentos de las instituciones que negaron la declaración a los bous al carrer, como aquella irrisoria de la Academia de San Carlos que aseguraba que estos no tienen la suficiente «entidad cultural»; hablaron los clasistas. O el «apoyo social en decadencia», que argumentó la desprestigiada UV. O también podríamos discutir por qué era de cajón que la Católica diría el visto bueno. Pero lo indiscutiblemente recriminable al gobierno valenciano fue el papel que jugó el CVC, el órgano que prácticamente se convirtió en decisorio y donde, curiosamente, más peso tienen los políticos y la influencia gubernamental. Y ahí, incontrovertidamente, se sabía que también saldría un “no” o una abstención. En otras palabras: todos en el Consell, desde el principio, sabían que el resultado del expediente de declaración quedaría desierto. ¿Por qué entonces lo promovieron creando falsas expectativas?.

Como decíamos al principio, mientras hubo un moro Muza que daba miedo y venía a por los niños que se portaban mal, estos se mantenían tranquilos y hacían lo que querían sus mayores. La pregunta que debemos hacernos hoy es: ¿creemos aún en Muza?.