A los alumnos les da la risa cuando les explicas de dónde
viene aquello de: «o te portas bien, o vendrá a por ti el moro Muza». Les
parece curioso que de todo lo que supuso la caída de los visigodos hispánicos a
manos de los musulmanes comandados por Tarik y Muza, haya quedado prácticamente
solo eso. Ya se tronchan cuando –a sabiendas de cómo son los jóvenes de hoy a
vueltas con todo- alguien les quiera hacer creer que la frase podía llegar a
asustar a alguien.
Nuestros políticos en cambio siguen haciendo miedo con “el
moro Muza”. «Si nosotros no ganamos las elecciones, vendrá fulanito y te
quitará esto y lo de más allá». Ahora está de moda extender el mantra de que
hay partidos que llevan en su programa electoral eliminar las corridas de
toros, y el ejemplo de que eso puede pasar, está en Cataluña. Más demagogia no
cabe. Los políticos están tan perdidos en sus delirios de grandeza y
corruptelas, que ya no saben por dónde escaparse de cornada segura. Por eso hay
que resucitar al moro Muza; por cierto, eminente corrupto en la época,
condenado a muerte por apropiación indebida y prevaricación, posteriormente
indultado, y finalmente asesinado.
También salió esto en la tertulia de Nules: ¡que vienen los
antitaurinos con poder político!. Pues bien; pero esto no es Cataluña. Aquí, a
pesar de los esfuerzos de los eméritos taurinos, todavía no se ha arrasado con
toda la afición a los toros, cosa que sí ocurrió con nuestros vecinos norteños.
La Fiesta allí ya estaba muerta, la afición enterrada, y los empresarios del
mundillo a expensas de sus compensaciones monetarias vía Diari Oficial de la
Generalitat de Catalunya. Así prohíbe cualquier cosa hasta el más tonto de mi
pueblo. ¿Alguien se cree de verdad el mantra de que algún partido podría
prohibir los toros en Madrid?; ¿o els bous al carrer en Valencia?. Aún hay
gente que parece que no entendió aquello de que los toros es una fiesta «que
viene de prole en prole / y ni el Gobierno la abole / ni habrá nadie que la
abola»; y mira que la coplilla lleva ya un siglo rodando desde que la sentenció
Ricardo de la Vega: si viene de prole en prole, no hay quien la abola… ni quien
siquiera le tosa.
Pero las elecciones están a la vuelta de la esquina. Y tiene
que notarse. Y como en España o funciona el miedo, o funciona el subsidio, pues
por qué no un poco de cada. El primero queda explicado arriba, y el segundo
viene ahora.
Tras la nefasta ordenación de los festejos taurinos
populares valencianos a través de sus diferentes reglamentos –tres distintos,
más un par de correcciones y modificaciones, en dieciséis años-, el actual
consejero del ramo ha anunciado nuevo texto –cuatro habrán, por tanto, en
dieciséis años-. Por lo menos parece ser –al menos de palabra- que por fin se
va a rectificar una de las dos medidas más nefastas que han contenido las
distintas normas desde 1998: no se pueden realizar festejos sin un informe de
tradicionalidad que avale su celebración. Siguiendo un ejemplo de la primera
parte de este artículo, esto sería equivalente a que si a alguien se le
ocurriera en un pueblo hacer un campeonato de fútbol, su admisión
administrativa dependiera sine qua non de que ya se hubiera hecho otro con
anterioridad, y que además pudiera ser demostrado; si no, prohibido jugar a
fútbol. Convendrán conmigo que quien exigiera semejante premisa, o se le
llamaría cazurro de campeonato o, lo que es mucho peor, malintencionado
abyecto.
La cuestión es que dicho anuncio de rectificación, en
cambio, ha ido acompañado de declaraciones previas muy bien dirigidas pero que,
de llevarse a la práctica, supondrían otro hachazo para el buen camino dels
bous al carrer. Según declaró el nuevo conceller, Sr. Santamaría, la
Generalitat estaría elaborando un convenio para abrir la primera línea de
crédito destinada a la Federación de Peñas de Bous al Carrer de la Comunidad
Valenciana, incluyéndola dentro de los presupuestos autonómicos para 2015. ¿De
verdad queremos vivir al abrigo de papá?; ¿de verdad queremos sacrificar la
poca independencia que nos queda?. Si no ha tenido la administración bastante
allanado el camino el último decenio asegurándose beneplácitos dentro del
sector, solo faltaba ahora eso. Pero claro, ¿qué es lo que quedará?; pues tal
mantra: que el partido de la administración no solo está por la Fiesta sino
que, además, lo demuestra. Con dinero todo se demuestra.
Pero, ¿es así?. Con cuatro charlas, dos buenas palabras y
unos subsidios, ¿de verdad podemos creer que es así en el fondo?. Solo basta un
caso para demostrar que no.
También en la tertulia de Nules salió a relucir la posible
reactivación de la petición de declaración dels bous al carrer como BIC (Bien
de Interés Cultural). El primer intento se inició a principios de 2010 a
instancias del propio gobierno valenciano, y fue el consejero del momento,
Serafín Castellanos, el que aseguró que la declaración sería una realidad a
finales del año siguiente. Casualmente, por si alguien no lo recuerda, justo a
mitad camino entre una cosa y otra, hubo elecciones municipales y autonómicas;
y por si alguien tampoco lo recuerda, aquello quedó en nada.
Habrá quién salga de inmediato a espetar que quedó en nada
por culpa de factores exógenos, no por falta de ganas y compromiso del gobierno
valenciano; pero tampoco cuela. Recordemos también que para que la declaración
fuera una realidad, y siguiendo la Ley de Patrimonio Valenciano, eran
preceptivos al menos dos informes positivos de las instituciones culturales más
representativas, que son las que deben avalar la declaración de cualquier bien
cultural como de especial interés. Quien conoce un mínimo este procedimiento en
la Comunidad Valenciana sabe que esto es el abc, sabe por dónde hay que pasar,
y sabe por dónde no se va a poder pasar. ¿Desconocía el gobierno antes de
iniciar los trámites lo que iba a salir del Consell Valencià de Cultura, la
Academia de San Carlos, la Universitat de València o la Universidad Católica?.
Fue todo una auténtica pantomima; utilizando una expresión muy taurina: fue un
evidente brindis al sol.
Podremos discutir sobre los estultos argumentos de las
instituciones que negaron la declaración a los bous al carrer, como aquella
irrisoria de la Academia de San Carlos que aseguraba que estos no tienen la
suficiente «entidad cultural»; hablaron los clasistas. O el «apoyo social en decadencia»,
que argumentó la desprestigiada UV. O también podríamos discutir por qué era de
cajón que la Católica diría el visto bueno. Pero lo indiscutiblemente
recriminable al gobierno valenciano fue el papel que jugó el CVC, el órgano que
prácticamente se convirtió en decisorio y donde, curiosamente, más peso tienen
los políticos y la influencia gubernamental. Y ahí, incontrovertidamente, se
sabía que también saldría un “no” o una abstención. En otras palabras: todos en
el Consell, desde el principio, sabían que el resultado del expediente de
declaración quedaría desierto. ¿Por qué entonces lo promovieron creando falsas
expectativas?.
Como decíamos al principio, mientras hubo un moro Muza que
daba miedo y venía a por los niños que se portaban mal, estos se mantenían
tranquilos y hacían lo que querían sus mayores. La pregunta que debemos
hacernos hoy es: ¿creemos aún en Muza?.
No hay comentarios :
Publicar un comentario