Hola; bueno lo primero es presentarme, soy Maribel; ¿qué hago
escribiendo aquí?, no lo sé ni yo, el caso es que me han pedido que escriba
algo.
¿Qué sé de toros?, solo lo que escuchando he ido aprendiendo desde
que estoy con mi actual marido, Víctor, un gran aficionado a los toros. Nunca me
ha atraído el mundo taurino, tampoco he sido antitaurina, no me gusta ser anti,
anti significa oposición, confrontación, enfrentamiento, y no me gusta; vive y
deja vivir; corrijo, sí soy anti, soy "anti-antis", los toros para mi simplemente eran algo que estaba ahí para quien le gustara, me era indiferente.
Algo que ya sabía y he vuelto a comprobar es que las cosas,
cualquier cosa, cambia mucho cuando la conoces desde dentro, conozco bien dos
mundos desde dentro y ahora estoy conociendo un tercero, el de los toros. Nadie
debería hablar de algo sin conocerlo desde dentro, es más, nadie sería anti-algo
si conociera ese algo, he conocido muchos antis y no entiendo que se nieguen a
conocer el mundo del que son antis.
Uno de los mundos que conozco bien es el de la moto, el otro
lo dejaremos de lado ya que no viene al caso, y tras ir conociendo todo lo que
rodea el universo de los toros, el mundo taurino, veo que tiene muchos
paralelismos con el mundo del que formo parte hace más de 35 años: el mundo
motero. Para poner en antecedentes y que el lector se haga un poco la idea de
quién escribe y entre en contexto, diré que empecé en las motos de jovencilla,
la lista de las que he tenido ya no la recuerdo toda, he recorrido miles de
kilómetros, primero por campo, luego por asfalto; ¿caídas?, pues sí, unas cuantas, la última hace dos semanas, es un riesgo que existe, algo que se asume, que a
veces ocurre como el que se pone delante de un toro.
Llevo bastante tiempo acudiendo y escuchando junto a mi
marido en las reuniones de UTAC, cómo está la situación taurina actual -escucho y callo; me gusta más escuchar que hablar-. A mi me gusta escribir, lo hago en webs moteras
y, como ya he dicho, me estoy dando cuenta que tiene muchas semejanzas con mi
mundo.
Según mi opinión todo se está estropeando, se están perdiendo
las esencias de las cosas, la autenticidad; vamos imparablemente hacia el mundo
feliz de Aldous Huxley o hacia un mundo como el de la Fuga de Logan, un mundo
perfecto pero insulso y aséptico carente de emociones.
Ciñéndome al tema, antes los toreros eran toreros, los toros
toros; los pilotos, pilotos, y las motos motos; antes los toros eran bravos, embestían,
tenían furia y eran inesperados, los toreros eran algo especial por ponerse
delante de ellos, existía un riesgo y un valor para dominarlos, logrando así
que pasaran por el sitio elegido y consiguiendo una buena faena. Recordemos a
Juan Belmonte, Manolete, Paco Camino, Diego Puerta...; las motos eran las antiguas
2T, salvajes, de respuesta abrupta e inmediata, potentes y ligeras, había que
ser especial para domarlas y sacar lo que llevaban dentro, controlar sus
derrapadas y aprovecharse de ellas, si te pasabas un poco con el gas te daban
una cornada sin avisar, te escupían, que se lo pregunten a pilotos rotos como
Rainey, Schwantz o Gardner.
Como digo todo se ha ido estropeando en aras de la seguridad
o del mal llamado espectáculo, porque sin riesgo se pierden los espectadores,
hay cosas que son lo que son en parte por el riesgo que conllevan, si lo
eliminas...
Me gusta el motociclismo de los 60, 70 u 80, donde se
montaba con vaqueros y casco abierto, y
por supuesto donde no existían las ayudas electrónicas, ni ABSs, controles de tracción CTSs, antiwheelies
o inyecciones que introduzcan la cantidad exacta de gasolina en cada
situación, me gusta controlar la moto
solo con el mando del gas y los frenos, notar el límite de adherencia de las
gomas.
Por lo que he venido escuchando y viendo me gusta más, y a
los aficionados también, el toreo de antes, arriesgado y de valentía, de improvisación
y siempre diferente; hoy, ahora motos y toros, toros y motos son previsibles,
son fáciles; los toros salen todos dóciles y sin relativo peligro de la misma factoría; las motos están dulcificadas, es como jugar con un videojuego; ahora torea o pilota
“cualquiera”, el valor y la técnica ya no marcan diferencias.
Pero todavía quedan partisanos resistentes que se niegan a
la segura modernidad y luchan por conservar los valores que han hecho grandes
estas aficiones desconocidas en profundidad por el gran público, la prensa solo
populariza en base a los gustos de la mayoría no entendida, solo se dedican a
lo comercial, a lo popular, si habláramos de música sería como comparar a los
40 Principales, con la música clásica, el jazz o cualquier otro genero más especializado.
Todos conocemos a El Juli, Ponce, Talavante, El Cid o Lorenzo, Pedrosa, Stoner o Rossi, nombres
todos ellos que actúan para un público de masas, más rentable y seguro por
supuesto, pero es puro espectáculo. Sin desmerecerlos, ya que no por ello es
algo carente de peligro y ninguno de los mortales de a pie puede siquiera
imitarlos, estos actúan con ganaderías y motos dulcificadas por la época en que vivimos; sin embargo, a medio y largo plazo esto está haciendo perder espectadores y
aficionados.
Dejados de lado por los medios informativos generalistas y
gran parte de los especializados hay plazas donde algunos toreros y ganaderías,
algunos pilotos y circuitos, transmiten la esencia del toreo y el motociclismo; el enfrentamiento entre el animal y el hombre, el trazado y el hombre, puro y
sin adulterar, no hay sitio para acciones autómatas y programadas. José Pedro Prados “El Fundi”, Ruiz Miguel, Javier Castaño,
Antonio Ferrera... conocidos por los lectores entendidos de esta página o John
McGuinness con más triunfos en activo, Phillip McCallen, Ian Hutchinson, y el
más grande y malogrado en el año 2000, Joey Dunlop. Joey se llama mi moto en
honor a él. O los españoles Sergio Romero y el fijo ya y con buenos resultado
Antonio Maeso por poner unos ejemplos. La federación española no permite correr
a sus pilotos en esos circuitos por su peligrosidad y lo hacen con licencia
extranjera; todos ellos desconocidos para el gran publico, se siguen
enfrentando a encastes y circuitos duros, donde no hay margen de error, donde
una perdida un segundo de concentración les puede llevar al sufrimiento y al
dique seco un tiempo importante para ellos, porque si ya los ingresos son
escasos ejerciendo su profesión, estos disminuyen estando parados, teniendo que
sumar además los gastos de recuperación.
Encastes como Santa Coloma, Miura, Cuadri, Albaserrada o las
Road Races en trazados como el GP de Macao, la North West, el Ulster Grand Prix
y el increíble e incomparable Tourist Trophy conocido como el TT, en la Isla de
Man (desde 1907), deseado por todos, conservan sin apenas apoyo de la prensa
por salirse del circuito del dinero, todo el prestigio, que un día tuvieron las
motos y los toros, aficiones éstas que viven en parte por lo que fueron y se están
desangrando a medida que se están aburguesando.
Estoy de acuerdo cuando oigo las quejas de algunos taurinos
ya que son las mismas de algunos moteros, aficionados que hemos conocido lo
anterior, el que no lo conoce... Lo
descafeinado, insulso y carente de emoción de los nuevos tiempos mediáticos y
politizados. Sí que es cierto que hay quien dice que hay que evolucionar, pero
no nos parece una evolución positiva y nos resistimos.
A nivel de calle, ¿qué queda?; ver o no, lo que quieren que
veamos, saborear las buenas faenas o carreras que nos llegan con cuentagotas,
reunirnos para comentarlas y recordar tiempos pasados, tiempos de hombres
movidos por un sentimiento de enfrentamiento al peligro y superación para salir
victorioso de ese enfrentamiento verdadero, donde la mayor satisfacción está en
el propio triunfo, el orgullo personal de haber sido capaz de dominar la bestia
sin ayudas.
Por mi parte, yo seguiré reivindicando lo auténtico aunque sea una lucha perdida y montando a Joey, mi clásica, sin ayudas electrónicas. ¿Más peligroso?; sí, y por eso me gusta.
Por mi parte, yo seguiré reivindicando lo auténtico aunque sea una lucha perdida y montando a Joey, mi clásica, sin ayudas electrónicas. ¿Más peligroso?; sí, y por eso me gusta.
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